Intel seguirá fabricando procesadores de 14 nanómetros ante la dificultad que está suponiendo el salto a la arquitectura de 10 nm

Durante años la evolución de las arquitecturas de procesadores de Intel, usados en la inmensa mayoría de PCs del mercado, se ha podido predecir con la exactitud de un reloj suizo. Cada 12 o 18 meses la empresa de Santa Clara ponía en el mercado un procesador con un nuevo proceso de fabricación (tick) o una nueva arquitectura basada en ese proceso (tock).

En los últimos años, conforme ha aumentado el grado de miniaturización de los transistores, lograr esos ticks se ha vuelto mucho más complicado. El salto de procesadores basados en procesos de fabricación de 14 nanómetros a 10 nanómetros está resultando toda una odisea para la compañía. Intel tenía pensado poner a la venta los primeros procesadores con esta tecnología, conocidos con el nombre en clave de Cannon Lake, en 2016 pero ahora su debut se ha retrasado a 2018.

El anuncio ayer de la plataforma Ice Lake, sucesora de Cannon Lake y Coffee Lake – otra iteración de procesadores de 14 nm -, parece indicar que la empresa ha logrado por fin solventar los problemas de los nuevos procesos de fabricación y se muestra lo suficientemente optimista con el nuevo proceso como para dar una fecha aproximada (finales de 2018) para su llegada.

Varios fabricantes de procesadores para móvil y tarjetas gráficas ya han dado el salto a la fabricación en 10 nanómetros pero la mayor complejidad de la arquitectura X86 de Intel hace que el salto no sea tan sencillo.

Los primeros procesadores Intel con tecnología de 10 nanómetros, (Cannon Lake) llegarán primero a dispositivos de bajo consumo, como ultraportátiles y tabletas pero a finales de 2018 o principios de 2019, la fecha prevista para Ice Lake, Intel será capaz de utilizar también este sistema de fabricación para procesadores destinados a equipos sobremesa o servidores, que hasta entonces tendrán que seguir apostando por procesadores de 14 nanómetros (Coffee Lake).

Esto quiere decir que durante el próximo año los procesadores portátiles y PC divergirán en el proceso de fabricación durante unos meses para, supuestamente, reencontrarse una vez la tecnología de fabricación esté más madura.

Estos saltos de proceso de fabricación son complejos pero extremadamente importantes porque cuanto más pequeños son los transistores que se utilizan en los procesadores menos calor generan durante su funcionamiento y un mayor número se puede usar en una misma superficie. Esto hace posible fabricar ordenadores más potentes pero con menor consumo energético, una característica muy deseable sobre todo en equipos portátiles.