La noche del 5 de noviembre de 1993 el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, presentó en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos una exposición de 33 pintores mexicanos cuyas obras reflejan la idiosincrasia y el espíritu de la cultura de este país norteamericano.
Las pinturas de gran formato fueron encargadas por el mandatario a creadores reconocidos como Francisco Toledo —considerado como uno de los principales artistas vivos de México—, pero también a pintores jóvenes apreciados como promesas de las artes plásticas en ese entonces.
Tras aquella exposición las pinturas desaparecieron del ojo público y por casi tres décadas no se supo nada de ellas, alegan las autoridades culturales mexicanas. Hasta este miércoles, cuando ven de nuevo la luz tras haber sido halladas polvorientas en bodegas de instituciones presidenciales.
Las obras son presentadas al público en una exposición montada en la Casa Miguel Alemán del ahora centro cultural Los Pinos, bajo un título revelador: “De lo perdido, a lo que aparezca”. Una frase que bien puede sintetizar la trayectoria de 33 cuadros que forman parte del patrimonio mexicano y la negligencia de las autoridades que debían velar por su protección. Fue una carta enviada por el propio Toledo a la secretaria de Cultura, Alejandra Fausto, el pasado 4 de diciembre, la que marcó el inicio de la investigación para dar con las obras.
Toledo y otros tres pintores exigían conocer la ubicación y estado de las pinturas. “Después de una búsqueda se hallan en una bodega de presidencia, se mandan al Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble [CENCROPAN] para limpieza y mantenimiento. Solo tenían polvo, en realidad no tenían daños. CENCROPAN hizo el diagnostico, nos entregó las obras y las montamos”, explica Homero Fernández, director administrativo de Complejo Cultural Los Pinos