Al igual que lo que le está ocurriendo en la tragedia por Otis en Acapulco, el gobierno federal da muestras, también, de ignorancia, insensibilidad y reacción tardía, una vez más en el caso de la crisis migratoria.
Y este es el distintivo de un gobierno que reacciona tarde, a pesar de conocer a tiempo del peligro y no actuar. La Federación supo desde horas antes de que Otis pegara en Acapulco y ocasionara la tragedia y el desastre que ahora conocemos, pero lo minimizó, y ahora intenta tapar las consecuencias por las fuertes críticas a un gobierno ineficaz.
En el caso de la crisis migratoria, ya vivimos una primera crisis humanitaria, cuando arribaron miles de migrantes a la fronteriza Ciudad Juárez y el gobierno federal estuvo ausente, sin actuar y dejando solo al estado de Chihuahua y sus autoridades, así como a la sociedad civil, para al menos brindar el apoyo que por humanidad requerían las personas migrantes.
Esto, sin contar con la tragedia registrada en el centro a cargo del Instituto Nacional de Migración, donde la negligencia causó la muerte de 40 personas. Y el colmo, el titular de dicho Instituto aún sigue en el cargo, impunemente.
Desde hace una semana, al menos, se informó por todos los medios que venía una caravana de al menos 7 mil migrantes que se encontraban en el estado de Chiapas, con destino a la frontera norte de México con Estados Unidos.
Y este viernes 3 de noviembre, personal del Instituto Nacional de Migración y de la Guardia Nacional, detuvieron un tren a la altura de Mápula, al sur de la capital, donde en los techos de los carros ferroviarios viajaban 1,500 migrantes.
Resulta difícil de creer por qué si ingresan desde el Sureste del país, luego de una peligrosa y difícil travesía a lo largo de todo el territorio nacional, los detienen ya para llegar a la frontera norte. Mientras que otros cientos de ellos arriban en avión o por otros medios a Juárez.
Son miles de personas que lo único que buscan es una mejor vida para sus familias, pero a la frontera llegan sorpresivamente y demandan atención médica, de educación, vivienda, cobijo, alimentación.
En múltiples ocasiones, las autoridades de Chihuahua le han exigido a la Federación definir la política migratoria y realizar un control efectivo del flujo migratorio, desde su ingreso por la frontera sur del país. Y la respuesta del gobierno federal ha sido prácticamente nula, pues lo único que hacen es entregarles documentación para que puedan transitar legalmente por el territorio nacional, pero nada más.
Estas 1,500 personas bajadas del ferrocarril en medio de la nada, fueron literalmente abandonadas por los agentes federales. Con hambre, frío al que no están ellos acostumbrados por ser originarios de tierras más cálidas, por diversos medios de comunicación lanzaron su grito de auxilio, para que no los dejaran abandonados a su suerte.
Por enésima ocasión, las autoridades locales exigen a la Federación que actúe con sentido humanitario para auxiliar a estas personas. Y que las siguientes caravanas sean controladas y acompañadas en su tránsito hacia la frontera norte, pues se habla de que vienen miles de migrantes más. Y el gobierno federal, ni se tibia.
El gobierno estatal lanza esta advertencia, antes de que se vuelva más grave esta crisis humanitaria de migrantes.