Nueva York.- Un año y medio después que el gobernador Greg Abbott empezó a enviar en autobús a los migrantes que iban arribando desde Texas a importantes ciudades demócratas cuyos mandatarios se comprometieron a darles refugio, el estado ha enviado más de 50 mil migrantes a destinos de todo Estados Unidos, contribuyendo a provocar una crisis de albergue en varias ciudades que ha cambiado el debate sobre inmigración.
Cuando Abbott anunció que había enviado el primer autobús a Washington el pasado mes de abril, la medida fue recibida con agrado por muchos como una sencilla medida para anotarse puntos políticos al atraer la atención a lo que el gobernador dijo se trataba de una falta de acción del presidente Biden en la frontera.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, también se sumó a esa iniciativa y envió en avión a 48 migrantes desde Texas a Martha´s Vineyard en Masachussetts.
Pero desde entonces, el programa se ha convertido en un sistema organizado de transporte de migrantes, ayudando a aliviar el agobio de la llegada de nuevos migrantes en pequeñas ciudades fronterizas enviándolos sistemáticamente a una amplia lista de destinos, incluyendo Chicago y Denver, lo cual ha generado un costo de unos 75 millones de dólares y sigue aumentando.
Tomando como modelo los esfuerzos de alivio en desastres después de los huracanes e inundaciones en Texas, pero incluyendo un deseo político de “llevar la frontera” a fortalezas demócratas, el programa de envíos en autobús ha funcionado mejor que lo que esperaban Abbott y sus asesores, alterando la conversación alrededor de la inmigración en importantes ciudades estadounidenses.
También ha provocado que algunos demócratas, como el alcalde Eric Adams de Nueva York, solicitaran con urgencia la intervención federal para que tome decisiones incómodas acerca de cómo tratar generosamente a los que están llegando a sus ciudades.
Han surgido tensiones en Chicago, en donde el alcalde Brandon Johnson anunció en este mes que viajará a la frontera para evaluar la situación, pero después cambió de parecer y solucionará el desafío en casa, enviando en su lugar a una delegación.
En Denver, funcionarios respondieron con una estrategia similar a la de Abbott y pagaron el boleto para enviar miles de migrantes que están llegando, a otras ciudades.
Aunque ahora, Abbott está tratando de implementar un esfuerzo más audaz: cambiar la ley de Texas para hacer que cruzar la frontera desde México sin autorización sea un delito estatal, permitiendo que la policía de Texas arreste a las personas que cruzan el Río Grande, incluyendo a los que buscan asilo.
El Senado estatal aprobó una propuesta para hacer eso en este mes durante una sesión legislativa especial, aunque aún tiene que ser aprobada por la Cámara de Texas.